27 de septiembre de 2010

un poco de ciencia

Llego a la conclusión de que el Amor (permítanme las mayúsculas), el Amor ni se crea ni se destruye, y como cualquier otra energía es inagotable por lo tanto.
El mayor de los problemas del Amor entendido como energía, reside en que existe en una cantidad limitada y su ubicación es caprichosa. El Amor solo se transforma. Y cambia de manos. Y cambia de orígenes, de destinos, de sentidos, de funciones.

El Amor en estado sólido se puede ver paseando los domingos por las calles y tras las ventanas de las casas. Va subido en los triciclos y se sienta en los bancos de los parques.

En estado líquido convierte casi cualquier lugar en una piscina de deseo. Si se dan las condiciones adecuadas puede transferir sus propiedades físicas a los amantes, que se funden, se mezclan y se transforman en un solo elemento que lamentablemente tiene la propiedad de congelarse y estallar contra el suelo en millones de cortantes pedazos de cristal.

Y todo el resto del Amor, la mayoria se encuentra en estado gaseoso. Océanos de Amor. Galaxias. Lo vemos, lo olemos, lo soñamos, nos infecta, nos esquiva, y nos marea.

Hay quien dice que el ser humano es diferente del resto de los animales por su capacidad de razonamiento y yo lo dudo mucho. Creo que lo que nos hace diferentes es nuestra pobre capacidad de cazar, sentir, transmitir, sintetizar, y a veces, solo a veces, solidificar el Amor.