Los veo. Amarillo anaranjado, redonditos, relucientes entre las hojas. Me acerco a la valla y el aire se convierte en un agujero espacio-temporal cuando la salto. De repente tengo doce años. Me fabrico una falda con la camiseta y la cargo con los nísperos que voy hurtando del huerto del vecino, en una suerte de funambulismo me subo a los árboles para poder alcanzar las mejores frutas y las delgadas ramas se rinden a mi gula.
La fruta es de quien la caza y además esta gente viene poco: para el sábado se habrían madurado en exceso y caído del árbol -me convenzo de la conveniencia de mi delito-.
Regreso a traves del agujero espacio-temporal, y ya en casa, cada vez que me como uno de esos nísperos, vuelvo a tener la misma edad que cuando los cacé. Nadie sabe que he descubierto el elixir de la eterna juventud, y se sirve en cómodas dósis amarillo-anaranjadas.
En primavera soy indecentemente rica.
22 de mayo de 2008
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Preciosísimo.
me encantan los nísperos...Pero yo los he descubierto ya a eso de los 20 años. Creo que de pequeña la fruta que más me gustaba era el plátano de gominola ;) Ahora me hago zumos de toda fruta que cae en mis manos.
Un abracito anaranjado para ti.
¡felicidades! pastel, velas y nubes.
http://2futurasmamislesbianas.blogspot.com/
un poco de micropoesía para cada macro-día:
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cuenta, cuenta: loveandmaths@gmail.com
beso y gracias :-)
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