Mi niño ha aprendido a abrazar fuerte, a verbalizar la sorpresa, cacarear, ladrar y comer trocitos él solo. También ha aprendido a saludar educadamente a los aviones y a los pájaros (por este orden).
No se si es un buen presagio que se socialice antes con las cosas que flotan en el aire que con las que estamos condenadas al suelo.
Al final resulta que si que se va a acabar pareciendo a mi.
17 de agosto de 2010
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