Perdí mi virginidad quirúrgica hace cuatro semanas. Aunque estaba todo previsto desde hacía tiempo, era para mejor, y no era peligroso ni excesivamente invasivo, llegué cagada a aquel lugar frío y lleno de gente vestida de verde. Pero cagada cagada, vamos.
Cumplieron su misión eficazmente, aunque no sin ciertos efectos colaterales que me han hecho descartar para siempre la posibilidad de repetir la experiencia, salvo que sea absolutamente necesario. En definitiva, que ni gratis me arreglo las tetas o me quito un juanete después de esto.
Y en estas cuatro semanas ni he escrito ni he leído blogs. Pensé que me aburriría horrorosamente y así fué mientras no pude moverme del sofá, pero en seguida desarrollé el método para encoger los días: repartir las pocas cosas que tengo que hacer a lo largo de toda la jornada, engancharme de nuevo a los juegos de puzzle, marujear y cocinar.
De modo que he visto hacerse mayor al otoño y nacer al invierno, he aprendido de los hábitos domésticos de mis perros, de como viven y qué hacen cuando no estoy, del ángulo de la luz del sol según la hora, de los viejos que caminan por aquí, de los vientos que empujan -o no- a las hojas al suicidio. He aprendido muchísimo de mi, y me he acabado creyendo que se puede estar agusto conmigo, incluso conmigo misma, fíjate tú...
19 de noviembre de 2007
mode maruja on
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5 formas de verlo:
Cuando no estaba en casa mi perro se dedicaba a probar todas las camas de la casa, o mi padre tiene alopecia y prueba todas las camas de la casa, una de dos.
saludos
Quizá es lo que necesitabas :) Encontrarte un poquito.
Un abrazo!
adoro esos detalles tan simples como la incidencia de la luz a diferentes horas
feliz regreso
Si estás bien, me quedo tranquila, chocho.
¡Hala! A cuidarse y un beso no enorme, enormísimo.
Bienvenida entonces! deseo que estés recuperada de salud y me alegra que estés recuperada de blog... molas mucho.
Un abrazo
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