1 de febrero de 2008

Cunetas

Llevo fatal encontrar los cadáveres de pequeños animales en la cuneta.
Me duele menos cuando reposan en el arcén derecho: sencillamente intentaron cruzar y automáticamente fueron arrollados. Zas, muerte sorpresa, ahora hay conejo, ahora no (o ardilla, o perro, o gineta, o gato, o incluso jabalí). Son peores los del arcen izquierdo.
Imagínate, intentas caminar por el mundo y te encuentras con una pista de asfalto separándote de tu comida, o de alguien para aparearte, o de mejores pastos, refugios y sombras mas frescas...
Imagina por un momento el agobio: conseguir cruzar, evitando ser destrozado por los coches y de repente encontrarte con la mediana de una autopista que es al menos cinco o seis veces mas alta que tú. Solo eres un pequeño animal de campo haciendo tu trabajo y viviendo tu vida de la única manera que entiendes, y ahora estás encerrado entre la muerte y el hormigón.
Claro, que el sumum del mal rollo lo siento cuando aún están vivos, me los cruzo, los adelanto, los veo a lo lejos y se que seguramente van a morirse y no puedo hacer absolutamente nada. Imagina ahora a una imbécil parando el coche a la izquierda de una autopista para recoger un animal aterrado. Es aún más dificil de imaginar, ¿verdad?
Y entonces continúo mi camino y me siento una auténtica hija de puta cobarde que solo sabe hablar y hablar de revoluciones pero nunca se atreve a hacerlas.

2 formas de verlo:

shichimi dijo...

El erizo despierta al fin en su nido de hojas secas
y acuden a su memoria todas las palabras de su lengua,
que contando los verbos, son poco más o menos
veintisiete.

Luego piensa: el invierno ha terminado,
Soy un erizo, Dos águilas vuelan sobre mí;
Rana, Caracol, Araña, Gusano, Insecto,
¿En que parte de la montaña os escondéis?
Ahí está el río, Es mi territorio, Tengo hambre.

Y vuelve a pensar: Es mi territorio, Tengo hambre,
Rana, Caracol, Araña, Gusano, Insecto,
¿En que parte de la montaña os escondéis?

Sin embargo, permanece quieto, como una hoja seca más
porque aún es mediodía, y una antigua ley
le prohibe las águilas, el sol y los cielos azules.

Pero anochece, desaparecen las águilas, y el erizo
Rana, Caracol, Araña, Gusano, Insecto,
Desecha el río y sube por la falda de la montaña,
tan seguro de sus púas como puede estarlo
un guerrero de su escudo, en Esparta o en Corinto;

Y de pronto atraviesa el límite, la linea
que separa la tierra y la hierba de la nueva carretera,
de un solo paso entra en su tiempo y en el mío;
Y como su diccionario universal
no ha sido corregido ni aumentado
en estos últimos siete mil años,
no reconoce las luces de nuestro automóvil,
y ni siquiera se da cuenta de que va a morir.

El erizo, Bernardo Atxaga.

PetitaCriatura dijo...

A mi también me ha dado siempre mucha pena ver animales muertos en las cunetas, me hace sentir irrespetuosa con el medio en el que vivo. Aún recuerdo el conejito que no pudimos evitar atropellar en los monegros una noche de verano. Tuvimos que parar en la estación de servicio más cercana para echarnos a llorar, fue una sensación horrible. Un beso.