Igual que en una montaña rusa, a veces me encuentro una caída sin motor al final de los momentos de plácida subida. Y entonces descarrilo porque mientras caigo me embarga el pánico y solo puedo verme descarrilando.
Apasionarse ante todo. Incluso para pasarlo mal no soporto ser mansa.
El viernes por la noche estuve a punto de perderme un fín de semana que ha resultado fantástico, pero últimamente consigo meditar en mis caídas e incluso aprovechar el impulso descendente para poder volver a subir.
Parece que la edad me está enseñando a frenar apasionadamente.
Me encanta.
24 de junio de 2007
control
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3 formas de verlo:
Menos mal que meditaste y pude disfrutar del fin de semana :-D
Al final de la caida, siempre queda el impulso suficiente para remontar.
si aparte de la edad hubiese cualquier otro truco... avisa!!
un saludo
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