21 de septiembre de 2007

La cajera

Viernes mediodía, las dos menos nada. Consigo entrar en la sucursal por los pelos. Pido a la cajera del banco que me anule la tarjeta de crédito y justo cuando le estoy entregando el D.N.I. desvía su vista a mi izquierda con un gesto de sorpresa secuestrada de comedimiento y buenas formas de niña bien.
Un repartidor de treintaitantos con melena corta y look dejado-fashion no puede ocultar su sonrisa detrás del enorme vaso de vidrio transparente que sirve de recipiente a un todavía más enorme ramo de rosas rojas.
El repartidor dice su nombre y le entrega un sobre. Me siento víctima de un momento romántico a cuatro bandas. La cajera recoje el sobre bajando la cabeza, como si no pudiese soportar el peso de la timidez sobre sus hombros. No lo abre. Está a punto de abrirlo pero no lo abre y lo pone sobre la mesa mientras pide al repartidor que deje el ramo encima de una mesa libre que hay al lado y no encima del mostrador, interponiéndose entre ella y yo.
Durante un par de segundos ella se bloquea mientras ve marchar al repartidor que antes de salir por la puerta se gira y le dirige la última sonrisa. Vuelve a coger el sobre, pero cae en la cuenta de que en la otra mano tiene mi tarjeta y no sabe qué hacer. Le digo que por mí no se corte de abrir el sobre, que no tengo prisa, pero me responde que no hace falta, que ya sabe de qué se trata...

Por un momento pienso que es una pija fría e insulsa y que su cálida timidez asiática solo es impostura. Claro que, yo soy yo, y enseguida miro directamente su escote, imaginando que cuando acabe mi trámite irá al lavabo con el sobre y fantaseará con el fín de semana.

La imaginación es el mayor milagro.

4 formas de verlo:

Anónimo dijo...

bonita historia..jajaja, yo sin embargo pienso que la sonrisa le acompañará durante todo el dia y que sera feliz y que hara muchos "planes"..que luego no se cumpliran..pero que importa! fue feliz mientras los imaginó

vero dijo...

uy, pueden ser tantas cosas. alguien que se portó mal, alguien que le recuerda un momento hermoso, alguien que agradece un gesto amable..., tantas cosas.
pero la imaginación nos lleva a pensar en romántico, no?

fiorella dijo...

Esta ques escribe,timida,me hubiera pasado lo mismo que a ella.Un beso montevideano

Anónimo dijo...

Si un repartidor le entregó flores... eso es impulso.
Pero ella los contuvo. No tuvo que ser necesariamente impostura.