Igual soy una frívola por utilizar los cambios de gafas para marcar puntos de referencia, pero es así. Igual es que concedo a esta prótesis externa la capacidad de sintetizar mi alucinante personalidad (tan dificil de observar solo mirándome al careto este que tengo, tan del montón).
El caso es que un trompazo que me pegué hace unos días (por leer subiendo escaleras) dió al traste con mis anteriores y revolucionarias gafas, y tras pasar el luto y asumir que no se pueden reparar, he decidido trasladar mi apasionante ego a estas otras de aquí arriba. Espero que se acomode rápidamente a ellas, o pronto empezará mi época de tia rara de gafas reparadas con cinta adhesiva.
4 de septiembre de 2007
Gafipastosa
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7 formas de verlo:
te entiendo perfectamente. este verano también se me rompieron mis preciosas gafas rojas y no tienen arreglo, así que, de momento he vuelto a las antiguas que me quedan mejor de lo que recordaba... eso sí, pronto me voy a comprar otras porque son como una especie de extensión de mi personalidad...
Rojas? Habrá que verte! Pero deja de comerte el tarro de una vez con lo de la cara del montón... eso no lo tiene nadie! Además, de qué montón?
jajajaja de eso nada! la cinta adhesiva tiene su encanto... evoca ternura.
no por favor, cinta adhesiva no que me deprime...
;-)
Si es que las gafas son muy especiales, por cierto, qué bonitas las de la foto. Lo de la cinta adhesiva mejor que no.
A mí se me rompieron mis maravillosas gafas de pasta negra de una manera muy absurda. Llovía. Y bajé a los chinos a por chucherías. Iba en pijama y llevaba un abrigo largo con capucha. Haciendo el lelo, cuando volvía ya para casa, me la puse, sin dejar de correr. Y tropecé con los anteojos, tirándolos al suelo. Se rompieron por la mitad.
Me odié a mi misma durante una semana. Luego cobré y me compré unas aún mejores.
:D
Un poco hormiga atómica, ¿no, chocho?
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