Estoy contenta porque despues de pasar siete horas -de ocho posibles- desfaciendo entuertos por teléfono, y con la cabeza a punto de estallar, al menos, he tenido un postre genial: buena conversación y risas. Se me ha olvidado que he pasado siete horas -de ocho posibles- desfaciendo entuertos por teléfono y ha volado mi dolor de cabeza.
Soy el peor juez de mi misma, pero incluso yo acabo por ablandarme: parece que mi castigo sin postre empieza a entrar en un tercer grado...
8 de noviembre de 2006
Tercer grado
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1 formas de verlo:
Cuánta razón tienes.. al final siempre nos quedamos con el postre por muy indigesta que haya sido la comida..las relaciones son muy gatronómicas no crees?
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