18 de noviembre de 2008

el cachorro de oso de peluche

Me propuse no volver a postear nada hasta que tuviese algo que contar fuera de los meses excepcionales por los que paso. No hay manera.
Y además cada día mas ñoña...
Solo me apetece hablar del cachorro que esperamos, supongo que porque pocas cosas más allá de él y su otra madre me importan realmente. Y no soy egoísta ni insolidaria: son las hormonas.
Esta sensación lo llena todo físicamente. Cada día me tengo que sentar un poco mas lejos del borde de la mesa, la beso desde más distancia y lo paso peor para calzarme. Intento hacer mis cosas obviando que hay algo que se revuelve dentro de mi. Cuando tengo ocasión, paso los ratos mirando mi barriga que cobra vida y se mueve de manera evidente a la vista, como un saco con un gato dentro. Alucino y pienso si él es consciente también de las cosas que yo hago, si me escucha hablar o tiene menos espacio para moverse cuando acabo de comer, o se aburre de notar mis latidos.
Ella le susurra historias sobre osos de peluche a traves de mi ombligo, convencida de que ese es el conducto adecuado para dirigirse a él.
Creo que él también pega su oreja por dentro para escucharla mejor. Seguro que no entiende nada, porque aún no sabe qué son los osos de peluche. Ni siquiera sabe que vive dentro de uno de ellos.