30 de agosto de 2007

algo más sobre viajes

Escribe algo -cada día me digo todo esto varias veces-. Deben pensar que llevas nosecuantos días por ahí de relajo. Carmencita, eres lo puto peor, cuando no sufres no se te ocurre nada que relatar...

Pues primero anduve de vacaciones en mi pasado, pero solo el tiempo justo para poder rebotar -como si llevase muelles en los pies- directa hacia los deseos bucólicos de vivir escuchando el discurrir del agua entre las piedras, de huir de la chabacanería y la locura inmobiliaria que infecta este país de algunos nuevos ricos que chupan la sangre de millones de nuevos pobres.

Regresé muy reconfortada de saber que existen lugares a los que poder escaparse llegado el caso. También me encantó volver a comprobar que cuanto más tiempo estamos juntas mejor nos lo pasamos, que no podría haber escogido mejor compañera para mis viajes.

Todo esto no os lo he contado porque al regreso caí de cabeza en una vorágine laboral que me mantiene cansada, que me hace olvidar todo aquello que no sea la ducha y el sofá cuando regreso a casa. Y vosotr@s, quienes seais, esteis donde esteis, seguís pasando por aquí a ver qué me cuento de nuevo. Mil gracias.

21 de agosto de 2007

Mi patria en mis zapatos

Siempre creí haber nacido en el cuerpo equivocado (demasiado grande) y con la cara equivocada (demasiado normal), pero supongo que la edad va quitando las tonterías y los años nos van acostumbrando a estas cosas a los que no podemos permitirnos la cirugía. Por fortuna este lamentable complejo es un asunto casi casi solucionado.
Pero hace unos años, además de mi desubicación corporal, empecé a sentir una suerte de descoloque nacional (entendiendo por nación el lugar donde uno nace). Lo cierto es que nunca sentí amor por mi lugar de origen, ni le encontré ningún tipo de belleza. La mayoría de la gente se siente orgullosa de su pueblo o su ciudad, y la ama como se ama a los hermanos, a los padres, a la familia, amando porque sí, encontrándo mil virtudes entre los defectos, con amor ciego e incondicional.
Supongo que por eso nunca me ha supuesto un problema cambiar de lugar buscando una vida mejor, cambios aleatorios que casualmente me han llevado hacia lugares mas húmedos y hacia el mar.
Han pasado los años y en mis migraciones el tiempo parece haberse despistado hasta el punto de conseguir dar medio paso atras entre la generación que ahora ocupan mis amigos de la infancia o mi hermano y el limbo treintañero en el que nado hace tiempo. Ya no soy de allí y tampoco soy como ellos.

Aunque no consigo imaginar en qué lugar me habría gustado nacer (supongo que eso realmente me da lo mismo), o como me habría gustado recordar mi infancia y adolescencia, no paro de soñar con los lugares a los que me gustaría ir llegando.
Estoy segura de que los deseos que no luchamos por cumplir son los que hacen que la vida nos pese tanto a veces, de modo que cada día me siento más animada a dejarme fluir hacia el norte.

12 de agosto de 2007

T4

Había pensado en venir al aeropuerto directamente desde Atocha. El último tren me dejaba allí a las 23 y mi vuelo sale a las 6 de la mañana. Todas las tontadas que no he hecho nunca me parecen chulas, como esta última de pasar la noche en el aeropuerto.

A última hora me han rescatado de mí misma y he acabado haciendo escala en las fiestas de Lavapiés. El ministerio de sanidad aún no ha abolido los entresijos ni las gallinejas, la panceta y los minis de cerveza saben igual que siempre, los jipis ahora son más modernos y más alternativos, pero son los mismos jipis. Bailoteo, quinquis, tómbola. Solo las canas y los kilos de los cientos de conocidos del barrio que me he cruzado me han mantenido ubicada en el 2007.

Y al llegar a la T4 pensando que sería la única loca intentando dormir en los asientos me encuentro con que casi todos están ocupados por otros locos itinerantes y que si quiero buscar la horizontal me toca suelo.

Estoy cansada, pero a las cuatro y media aún no venden café. Pienso y pienso. Como nunca he sido entusiasta no puedo afirmar ser feliz, pero siento que la vida empieza a bailar con ritmillo y he superado las agujetas.

Definitivamente ya no soy de aquí, estoy de paso, me espera el mar.

9 de agosto de 2007

mami sitter

Es curiosa la soledad... es una sensación que te hace sentir absolutamente único y aislado, cuando en realidad la mayoría de la gente se siente así en un momento u otro.
Si la gente que siente soledad (otra cosa son los solos) se asociasen como lo hacen los enfermos de pié de atleta, los pescadores deportivos o los coleccionistas de sellos, seguramente dejarían de sentirse así. Pero no creo que la soledad conlleva el bloqueo social, que agudiza el orgullo e impide pedir la compañía que tanto se necesita, porque es una vergüenza admitir que se siente soledad y que no se lleva bien...
Es tan moderno decir que se esta super agusto en soledad... ¡bah!

El caso es, que no consigo convencer a mi madre de que tiene que superarlo, de que tiene que volver a comenzar, de que se puede sobrevivir con soledad, de que el tiempo funciona genial contra esa angustia.

Seguramente será porque no me lo creo en absoluto.

8 de agosto de 2007

en itinerancia

A pesar de los años que van pasando aún quedan en Madrid sofás para acogerme.
He preferido venir volando hasta un lugar donde los retrasos de tren no son noticia cada día para coger un regional de los que hace siglos que no uso, y llegar a mi pueblo. De paso intercambio cervezas y abrazos con amigos de toda la vida.
Me gustan los viajes con escalas, aunque tarde el doble se me hacen más cortos.
El tiempo pasa muy despacio aqui... Aparte de las nuevas carreteras, aeropuertos, barrios, túneles, y demás infraestructuras faraónicas encuentro la misma compañía, la misma conversación, el mismo rollo...
Madrid me sigue matando con la misma muerte.
Y como siempre me entra la paranoia de que en realidad sigo viviendo aqui, de que no me he ido, de que los últimos años en Catalunya los he soñado, de que algo me impedirá regresar y pasaré el resto de mis días ladrándole a la luna y soñando con el mar y los olivos.

7 de agosto de 2007

friki?

En lugar de hacer lo que debo (preparar la mochila para mañana) o lo que cualquiera preferiría hacer (retozar con la moza que se aburre en el sofá de la habitación contigua), estoy rallándome recopilando versiones de Radiohead para hacerme unos "ejercicios espirituales radioheros" los cinco próximos días.

Gozo contemplando las siete versiones de Paranoid Android, las seis de Exit Music. Jazz, cuartetos de cuerda, piano solo, xilófono, tecno... Imagino la versión en canto gregoriano de Fade Out, el Creep flamenco... Me organizo la música por el orden en que la quiero escuchar, como hacía de chica al agrupar las gominolas por colores y tamaños. Soy como el Tio Gilito zambulléndome en una piscina llena de gigas y gigas de musica, pero...

Creo que aún no soy suficientemente friki de Radiohead porque en lo más profundo de mi alma sé que jamás me compraría el Mister Potato Thom Yorke.

2 de agosto de 2007

Pena

Por la tele ha salido un momento un hombre llorando delante de su casa devastada por el fuego, en medio de un bosque de árboles fantasmas y de hierba negra. Parecía llevar todo un cargamento de enormes piedras de escollera dentro del pecho.

Supongo que hay desgracias mucho peores, aunque solo las imagino en un contexto de pérdida humana. Imagino que no pararán de decirle que al menos él y su familia están bien. A él y a todos los que se ven en esas circunstancias.

Bien de salud supongo, pero con un enorme agujero negro dentro, infectado de pena, intentando convivir con la evidencia de que los humanos no somos más que una panda de bestias vanidosas venidas a más y con poca memoria.

Es una mierda que la naturaleza tenga que ponerse tan bestia para recordarnoslo.

1 de agosto de 2007

Me hago mayor

Me jode hacerme mayor. Pero me encanta crecer en tanto en cuanto el pequeño poso de sabiduría que acumulo me tranquiliza y me facilita mucho el ser feliz.

Me rejode hacerme mayor porque aunque la belleza física nunca ha sido mi fuerte, ahora mi cuerpo empieza a acusar también la edad, y descubro que existe algo peor visto que una gorda: una gorda madura.

Y me recontrajode porque cuanto mas crezco y mas fácil me es ser feliz, menos se corresponde la visión que tengo de mí misma con la imagen que me muestran los espejos, de una manera inversamente proporcional.

Lo peor de todo es que me avergüenza tener estos pensamientos cuando ya empiezo a ser mayor incluso para la crisis de los treinta. Eso sí, me consuela enormemente que la felicidad completa, la realización y la perfección sean tan aburridas.