23 de mayo de 2018

Estaba un poco cansada de ladrarle a todo y probé a no gruñir, a ver qué pasaba.
Me adoptaste. Me metiste en la bañera y me libraste de la capa de humo que me impedía ver. Me alimentaste. Conseguiste que me desnudara. Tú sabrás como. Recogiste mi ropa del suelo de tu cuarto y la lavaste. Antes, aunque la lógica indicase que los bolsillos estarían vacíos, los revisaste. Eres una buena madre. Eres una buena madre. Eres una buena madre...
Encontraste el céntimo errante de los bolsillos profundos, el que marca la diferencia entre algo y nada. Nunca sabré qué hiciste con él.
Ni siquiera se había hecho de día. Ni siquiera se había hecho de día que tuve que escaparme de nuevo. Creo que para huérfano, se nace. Apenas clareaba la luz y yo ya me había escapado.
Estrené pobreza, frío en los ojos y ropa húmeda.
Ahora se un poco mas quien soy.

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