Los dias van cayendo y se extienden por el suelo de casa, amarillos y crujientes. Serán las heladas. Me estoy quieta y los veo caer. No se me hacen largos. No me aburro. No me desespero aunque no salga de casa.
Recojo los días caidos. Con ellos enciendo la estufa y los miro quemar.
Me caracolo, espero y duermo. Te toco cuando te mueves y te digo tontadas. Como buena anfitriona intento que estés lo mejor posible aqui dentro, imagínate, hasta el punto de perdonarte este invierno.
Este invierno si que te lo puedo perdonar.
Intento asumir la enormidad de una frase que no para de rondarme por la cabeza: si tienes un poco de suerte nunca más estaré realmente sola, ni aún si así lo quisiera.
Quiero verte. Quiero tenerte encima. Quiero ser tu desayuno.
(... y sigo pensando en el chocolate con churros. Del sábado no pasa)
15 de enero de 2009
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3 formas de verlo:
Qué cosa rara, ser literalmente el desayuno de alguien...
:-D
mira que con los antojos no se juega jajaja venga, una de churros con chocolate marchando!!
mmm te ha cambiado el gusto... recuerdo que antes era chocolate con nata.
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