11 de marzo de 2007

el circo

En los pueblos se sigue usando el reality show original para entretenerse, y por eso no dijimos nada a nadie cuando mi padre estaba en el hospital: para que no se pasasen el puto día llamando a la puerta de casa para interesarse (chafardear) por él y nos dejasen dormir un rato.
Cuando la cosa se puso chunga avisamos a sus primas, la familia más cercana que tenía, para evitar malos rollos posteriores, aún sabiendo que íbamos a salir en los carteles. Se presentaron a las once y media de la noche dos de ellas y el marido de la tercera -visiblemente chispao- echándome la bronca por no decir nada y no pararon de bajar la sábana (que yo no paraba de subir) para flipar una y otra vez con su deplorable y desagradable desmejoría física. Qué asco de tías. Mi padre casi en coma hizo de domador de tigres y silenciosamente consiguió que no las enviara a la mierda.
Al decirle a mi hermano que mi pareja venía de camino me respondió con un "¿pá qué?", al que respondí con un "porque me quiere y quiere estar conmigo ahora", y no se me ocurrió preguntarle qué narices hacía su mujer lloriqueando alli cuando solo accedía a ver a mis padres en días señalados, viviendo a tres calles de distancia de su casa.
Lo más fácil fué hacer comprender al personal del tanatorio -recién estrenado- de mi pueblo que no queríamos actos con curas, aunque no conseguimos evitar la imaginería católica por falta de estoc. Lo complicado fué tener que dar explicaciones a cientos de personas de porqué no habría funeral. Lo hubo, pero lo oficiamos entre varios amigos suyos y yo, aunque parece ser que en la Mancha uno no está muerto de verdad si no hay cura.
De modo que privamos a la mayoría del populacho de su acto social preferido porque nadie se sabía la música que pusimos ni los poemas que leímos, pero aún así aplaudieron. Poca gente entendía porqué me abrazaba esa chica de aquella manera, delante de todo el mundo, con mi padre de cuerpo presente.
Toda esta película quedará grabada en los anales de la historia de mi pueblo (de veintemil habitantes) como la historia de un muerto sin cura con una hija sinvergüenza. Un circo igualmente, pero muy moderno.

en fin...

4 formas de verlo:

Anónimo dijo...

pues muy bien hicisteis de hacerlo como sentiais y no como parecia que debia ser... los pueblos pfff, sin comentarios, se respira raro (que yo también fui niña de pueblo)

ahora hay que recoger los pedacitos de pena y juntarlos para que se hagan recuerdos bonitos..

animo guapa

Anónimo dijo...

un abrazo, guapa, y a ver si nos vemos pronto...

Maine dijo...

Me sé de memoria todas las hipocresías, despropósitos, sinsentidos, muestras de ignorancia y doble moral, incomprensiones y falsedades que señalas... yo también las conozco muy bien, y también conozco perfectamente la sensación de rabia y desamparo que producen. A la gente del circo sólo les preocupa que no se les estropee la pintura de la cara, y que no se caiga el decorado de cartón piedra en mitad de la actuación, porque qué dirían de ellos si tal cosa ocurriera. Qué le vamos a hacer, en todos los siglos ha habido bufones.
Mucho ánimo, y sigue escribiendo que siempre habrá lectores que escuchen tu desahogo.
Un abrazo.

Paola Vaggio dijo...

Lo siento mucho. Un domador valiente. Un beso.