27 de noviembre de 2005

Estoy sola y no vivo en Paris.
Araño las paredes de la Piña con la cuchara
esperando encontrar algo más.
Todos los días te veo pasar a las ocho
de la mañana.
Cierro los ojos y sueño
que estás desnuda debajo de mí.
He atrapado cincuenta gotas de lluvia
para hacerte un collar.
Sube las escaleras
te espero en la buhardilla
de este poema.
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Hay algo de mí
en alguna parte.
Está cubierto por la nieve
escrito sobre el mármol.
Algo que codicia la luna.
Me siento al borde del agua
y lo veo
brillando en el fondo.
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Salió del cuadro
y se desnudó en mi cama.
No fue un sueño.
Me dio cuanto podía dar
una mujer que no me amaba.
Me pregunto si aún cree
que provocó al mundo
de aquella manera.

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