7 de enero de 2007

Una de abuelas tiernas

Adoro el cine. No solo las pelis, sino toda la parafernalia del cine: escoger película, sala, horario, hacer las pequeñas colas de las entradas, de las palomitas (si, adoro también las palomitas), de la sala, los trailers, la sintonía del Movierecord, el momento negro de justo antes de empezar...
Me gustaría poder disfrutar de las pelis de miedo y suspense, las violentas, las fantásticas y las americanas idiotas para poder ir mas veces al cine y para que nunca me faltase con quien ir, pero o lo paso fatal viéndolas, o me aburro como una almeja.
Mis preferidas son las pelis que cuentan historias que podrían ser reales en las que ocurren, sin embargo, cosas mágicas e increíbles, como en la vida misma. Encuentro en ellas pasión, emoción y ternura.
Últimamente me han enternecido hasta los tuétanos la Chus Lampreave de Volver, y ayer, la genuina, la encantadora Cándida, de Guillermo Fesser. Estas abuelas magníficas me han embriagado de humanidad y me han puesto el corazón como mousse de chocolate.
Llevo todo el día creyendo escuchar a mi abuela recitando su oda a la pereza, su oración para curar el mal de ojo, y el reniego que compuso especialmente para mi: "hija mía, hay que tener el plumón sano pa aguantate".

1 formas de verlo:

Greta dijo...

El cine que no parece cine... el mejor para mi también!